martes, 8 de enero de 2013

Hace días viajaba, sabiendo muy bien porque y por quién iba por esa ruta. Sonaban Las Pastillas del Abuelo en mis auriculares, solo pensaba en la letra de cada tema. Si hay algo que amo es viajar, más de noche y con música que me gusta. De golpe, más allá del campo, en el horizonte asomaban rayos y relámpagos. Era lo único que se podía apreciar en esa oscuridad, los fogonazos que iluminaban el cielo sin ninguna estrella acompañándolo. Pasé de no pensar en nada a pensar en todo. Faltaban menos de dos días para que termine el año, por eso lo primero que hice fue analizarlo, tanto lo bueno como lo malo por supuesto. Empecé el año confiando en que iba a ser uno de los mejores de mi vida, veía tantas cosas buenas que no creía que pudiera haber nada tan malo como para que aplacara lo lindo. Pero nada es perfecto y siempre hay golpes no? No fue perfecto, ni como lo esperaba. Tuvo momentos increíbles, pero también momentos horribles. Todo se afronta igual. Hay días que no te alcanzan los dientes para sonreír, y otros que no sabes como hacer para estar bien. ¿Por qué? y la respuesta es: ¿Y por qué no? Cuando me dijeron eso todos mis dolores tuvieron aunque sea el principio de una explicación. Seguí pensando con la vista clavada en el horizonte, incrédula mirando como los relámpagos iluminaban el cielo entero. Nunca vi nada igual. Me largué a llorar, pero de emoción. Me sentía tan chiquita al lado del mundo, al lado de la naturaleza. Pensaba en lo increíble de esa imagen, que para mi familia era una tormenta común con fuertes rayos y sin embargo yo fui los 120 kilómetros mirando esa tormenta, pensando. Me dio fuerza, me sentí privilegiada por ver eso y saber apreciarlo. 
Muchas veces me cuesta ver el vaso medio lleno, ojala fuera tan fácil. Pero cuando te das cuenta que algo se fue y que no se puede recuperar, como se hace? Cuando cometes un error, y sabes que no hay forma de que todo vuelva a ser como antes, como se hace? Se que por más que el año haya cambiado hay heridas que no van a cerrar, errores que no se van a arreglar y personas que no van a volver. La imagen de esa tormenta me dio ganas de seguir, me hizo pensar que si vivimos sobre eso tan grande llamado naturaleza hay que aprovecharlo. Me dieron ganas de VIVIR.